Te siento dentro mío a cada instante, siento  tus pasos, veo tu rostro amado, tus palabras justas que acompañan y tus manos que tanto han trabajado. Eres único, has formado tu familia, a tu lado tuvimos la calma, unidos todos, padre, acompañaste los mediodías y las noches cálidas. No has partido, te llevo en mi alma, en mis actos y hasta en mi sentimiento, me has dado tanto, que tus dulces lágrimas has dejado en mi rostro, así lo siento. Tu andar sereno, la mirada alegre, anidabas mi hogar ya conformado, jugabas con tus nietos adorados, pues eras todo, padre, amigo, abuelo. ¡Te quiero tanto! sé que estás conmigo, no olvidaré jamás tu transparencia.  Sano y noble de alma fuiste siempre... conformando la vida que  tú sueñas.             Ana María Zacagnino Derechos Reservados (En la voz de la Autora)

      
      

                        




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