Cuando tus viriles ojos, se encontraron con los míos un silencio largo y frío, se estrechó entre cuatro ojos. "¡Yo no hablaré!" me propuse, a él por ley le corresponde y ante la Virgen los dos quedamos mírándonos por largo tiempo y sin nombre. Recuerdo que entonces tú pusiste rostro sonriente, levantando nuevamente tu quieta mano hasta entonces, saludándome cual hombre que lo invade la corriente. Ana María Zacagnino :-:-:-:-:-:-:-:-:-:-: No está permitido el uso y la copia del material escrito, gráfico y auditivo sin previa autorización de la autora


                





Set modificado en Octubre 2014 - Brisa Diseños