Si supieras que congoja
me dejaste al partir...
y tu cuerpo hecho raíces
sobre el mío.
Y al sentir
que te llevaba muy dentro
y nunca fuera de mí...
me sentí con la alegría
de una mujer muy feliz.
Pues tú estabas en el cielo,
pero también junto a mí.
A mi padre mis hermanos,
hijos y nietos sin fin.
Ana María Zacagnino
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