Cual cuerda ininterrumpida
que infinitas vueltas da,
blanca, pura y cristalina...
como agua de manantial
cuyo ser es el anhelo
a quien debo hoy amar.
Como deseo, cual polvo,
que agitará el vendaval,
así quedará mezclada,
entre aguas claras quizá
en esos ríos que bañan,
irá formándose un barro...
¡no lo permitas jamás!
Pues sin truncar el camino
lleva la cuerda el destino,
limpio, claro y cristalino,
por el que has de transitar,
afírmalo y sentirás
con el corazón ardiente…
dar cabida a lo que sientes
sin aborrecerlo jamás.
Ana María Zacagnino
(En la voz de la Autora)
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