El alba se anunciaba
como todos los días,
éste sería el último,
nunca más lo vería.
Había depositado
mis cariños allí
y una lágrima gruesa
rodó antes de venir.
¡Adiós! dije a la senda,
que tan feliz abrió
a mi paso ligero,
en mañanas de sol.
En ti, mi mar inmenso,
deposité el amor.
En tus playas calientes…
se forjó mi ilusión.
Adiós, ya amanecía,
no sé si lo veré,
pero en estos lugares
seguro no lo haré….
Ana María Zacagnino
(En la voz de la Autora)
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