Oscura senda donde nadie acude, senda cubierta de espinas y ramas. ¡Dios! es el llamado, mas luego no llega a empapar el rostro junto al ser amado. Te llamo, te invoco, te pido palabras que tan solo oirlas puede quien las habla. ¡No! no me abandones en este misterio; búscame, cobíjame y seca mis lágrimas, llena mi insensato caudal turbulento con tus dulces, suaves y bellas palabras. Ana María Zacagnino (En la voz de la Autora) :-:-:-:-:-:-:-:-:-:-: No está permitido el uso y la copia del material escrito, gráfico y auditivo sin previa autorización de la autora



               





imagen facilitada por Ana María Zacagnino
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