La noche con su embrujo nos invitó a danzar, con música que somos la oímos al soñar.   Tormento que envolvía nuestros cuerpos y almas, caricias que nacían sólo con la palabra. Te quiero, me decías, ¡te amo! yo a ti, sin contar los segundos, quedándonos allí.   Unidos en la noche silenciosa y feroz, embrujo, danza y dicha... en un nido de amor.  Ana María Zacagnino (En la voz de la Autora)



                    




imagen facilitada por "Ana María Zacagnino
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