Cuando llego del colegio
con la aritmética al hombro,
corriendo sale a mi encuentro,
ágil y alegre el cachorro.
Orejitas largas tiene,
como soldados paradas.
Luceritos son los ojos,
que encandilan su mirada.
Es un perrito pequeño,
bañado de leche blanca…
Y con manchas de café…
salpicándole la cara.
Las orejas y la cola,
con las mismas manchas andan.
Es travieso y juguetón,
destrozos hace a montones,
pero tierno y cariñoso
¡bah! ¡qué importan los botones!
Cuando se duerme en mis brazos,
o se tira en el sillón,
un ojito abierto deja
a la espera del patrón.
Es este nuevo inquilino
un grandioso comilón,
pero su cuerpito todo,
parece ser de algodón.
Nunca faltará el juguete
que, a mi llegada del aula,
volando vendrá a mi encuentro
como pájaro sin jaula.
Vivirá siempre a mi lado,
mi pequeño juguetito
y su par de ojitos tiernos
¡Serán siempre luceritos!
Ana María Zacagnino
(En la voz de la Autora)
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