Porque Dios permitió
que mi vida cambiara
y ver el agua mansa,
al despuntar el alba.
Porque el camino es largo
hacia tierras nevadas,
laderas de montañas
y lagunas heladas.
Llegando a Bariloche…
con cordillera hermana
y besar esas cumbres...
acariciar sus aguas.
Frente al Nahuel viví
esos días de magia,
junto a mi esposo e hijos,
junto a gente adorada.
Al acostarme oí
al Nahuel que cantaba
y al nacer el nuevo día
verlo desde mi ventana.
¡Gracias Dios, por darme tanto!
¡gracias Patria mía, hermana!
nunca los olvidaré...
¡Bariloche y sus cascadas!
Ana María Zacagnino
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