Ver que tu vida, se desmorona,
que todo aquello por lo que habías luchado tanto,
se queda en nada,
y en un instante al otro lado de la vereda,
no reconoces tu propia alma.
No hay un culpable,
sólo es la vida la que conduce,
la que sorprende, la que decide, la que te enseña,
la que nos cambia.
Y mientras miras, tus manos yertas,
van deslizando por tus mejillas
lágrimas secas.
Tu no hagas caso, de lo que pueda
decir la gente,
¡vive tu vida!
es sólo tuya, te pertenece.
Nada te importe el veneno amargo de la serpiente,
ni que señalen, ni que murmuren lo que no entienden.
Entrega siempre el corazón a cada paso,
y no renuncies a dar amor sin estrecheces
te dará paz, ir por el mundo alta la frente,
siendo tu mismo.
Y, si entre penas, o desengaños
crees hundirte en el abismo.
Resurgirás, una vez más mientras la vida,
siga en tus venas, ofreciéndote, ¡vivirla!
Autor: Libra
Bernardo Manuel Pérez Bragaña
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