Los seres humanos desconocemos la Ley del Amor, creemos entenderla, pero, en realidad, estamos lejos de su comprensión.
La Ley del Amor no es cariño ni afecto ni otra serie de emociones o, incluso, de manifestaciones elevadas, es algo mucho más profundo y sencillo a la vez. Es imprescindible en ahondar en la estrategia de su esencia, en la magnitud de sus fines y en la capacidad de sus mensajes.
La Ley del Amor es un conjuro Universal de la Ley Divina. Es un catecismo del Manifiesto del Creador. La humanidad está contagiada con sus pequeños destellos, los que considera únicos y verdaderos.
Si reflexionamos sobre la Existencia Infinita e Inmortal, y los designios posibles a la creación de la Creación, podemos introducirnos en misterios aún no clarificados ni encuentros aún perpetrados.
El Amor es antagónico al descubrimiento humano sobre su esencia e identidad. Es una fórmula aún no descubierta por el ser humano, no a nivel científico que es imposible, sino al nivel religioso, espiritual o metafísico.
El Amor Real, lo que es, está en unos estadios mucho más lejanos, y aquí, en nuestro planeta, estamos dentro de sus dominios, pero en una frecuencia muy baja y reducida. Aún así, es el canal humano de ser Superiores a la mortalidad humana.
Nuestra fuente de entendimiento ancestral como el espiritual en la actualidad, aunque creamos que está muy por encima de nuestras posibilidades de un Conocimiento Superior, no es así. Es remoto e indefinido.
Aún con la fuerza y sabiduría de los seres más despiertos de la humanidad, no nos acercamos en absoluto a su auténtica realidad.
La Ley del Amor es la connotación de la unión de todos los instrumentos de la Manifestación Creada que invoca a la vida del Todo y la Nada. Principios Universales creados como prototipo de una Creación fundada y asociada a una inmensidad de partículas que hacen un Todo, aunque algunos aún existan en la Nada.
Mundos que conocieron la Luz al inicio de la Creación, que ya han sido inutilizados y destruidos por aquellos que están formados y en formación.
Lo que el ser humano entiende por amor es parcial, imágenes y señuelos de un intento de comprensión y entendimiento sobre las características que mueven la complejidad humana. Pero ese mundo ilusorio sobre la Ley del Amor, sobre la realidad del movimiento rítmico humano, es perecedero y a la vez inmutable.
El ser humano debe definir el amor, como la conciencia o el razonamiento, pero son exclusivamente mensajes de nuestro inconsciente lejos de la soberanía de lo Real.
Ángel Sanz Goena
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