El ejército de luz es aquel que está compuesto por espíritus evolucionados y desarrollan una función espiritual en este planeta, pero no por ello tienen que estar alineados, ni pertenecer a grupos, más bien son independientes, aunque con la misma labor extendida por la Tierra. Así como existe la maldad, existe la grandeza del amor, ya que es parte del proceso de este sistema mortal y trascendental. La dualidad del ser humano así lo tiene establecido.
Los Códigos universales son los que siempre subsisten, lo que hacen que la vida en este universo como en el resto de universos conocidos y desconocidos sea la Ley propia de la existencia finita e infinita.
Considero que hay personas que caminan silenciosas por la calle y pertenecen a ese ejército que tanto puede deslumbrar. En cualquier esquina puede haber un Caballero de Luz, no tiene por qué vestirse con la misma indumentaria, ni expresarse con el mismo lenguaje, ni destacar, ni manifestarse bajo las nuevas tendencias impuestas por las corrientes de la Nueva Era o del Esoterismo, ya que su uniforme lo lleva en el corazón.
La espiritualidad es una fuerza y un mecanismo acorde al Principio Básico de la Creación, de una transparencia inequívoca del corazón y del alma y está regida por los Códigos Internos, y cada persona lo promueve como es capaz de hacerlo. No hay que dejarse guiar por otros, sino por lo que cada persona siente. No es cuestión de aprender, comprender, razonar o cuestionar, simplemente de sentir lo que tu corazón te impulsa.
Se puede ser un caballero de luz, un trovador de poesía del alma, si así se siente, aunque invadan las dudas. Hay que dejarse llevar por ese impulso, por ese instinto, por lo que emana de uno mismo, fortalécelo, acarícialo e instruirse de él. Ser valiente, audaz y paciente. Amar ese proceso nuevo que viene, porque cuando alguien llega a preguntárselo, es que un movimiento se inicia desde el corazón. Asimismo, el valor, el riesgo y la voluntad, son imprescindibles para fortalecerse en ese proceso.
Ángel Sanz Goena
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