Aristas del Universo, geometría sagrada compuesta por los Orígenes de la Creación. El mapa de los universos conocidos y desconocidos, impregnados en el Libro de la Creación por el Maestro de Maestros.

Las distancias como las dimensiones de los Universos, aun siendo infinitas para la mente de los humanos, quedan diminutas para la Mente Universal del Creador.

Parcelas del Universo constituidas por la magnanimidad de una Fuerza Superior, calculadas por la fórmula del Principio de la Vida e impuesta por la Manifestación de la Gran Mente.

Angustias y ansiedades de los hombres cuando miran a lo desconocido, a lo imprevisible, a la mirada a un Universo no calculado por la capacidad del hombre.

Mensajes provistos de audacia por Seres Superiores, pero que quedan ineficaces en la mente y progreso humano. Mundos que el ser humano considera real cuando es la ilusión de lo creado, proyecciones de la mente humana basadas en los conceptos imperfectos de nuestra capacidad real de la más inesperada y condicional visión mental.

Desviaciones y desconsideraciones de la ciencia hacia lo desconocido, hacia su potestad de conocimiento, hacia su encuentro con lo irreal, hacia la clarividencia de vestigios ancestrales no considerados como Conocimiento y grandeza de un Mundo Superior.

Mundo organizado por el Creador, donde en un pequeño espacio, pero lleno de una Energía Poderosa, están los Principios de la Creación y el final del tránsito, hasta Su compromiso de permanecer todos los seres creados en un mismo punto: la Luz del Amor.

Mentes corrientes humanas, paradigmas de lo creado, acuse de información no corregido el texto y no encontrado el conocimiento de su lenguaje. Niveles superiores que esclarecen, estudian y enseñan a niveles inferiores, a veces incapaces de comprender su estructura y su esencia.

Humanos que desperdician su poder de sentir la vida auténtica, la preparada en la Tierra, donde los sentidos son los protagonistas para cumplir con la base experimental humana.

Sentidos que exploran y argumentan el conocimiento de la Naturaleza, su sentido real y el disfrute de sus mensajes a través de su propia identidad. Visión que parpadea con la imaginación de la mente. Escucha de los sonidos que proporciona sensaciones de atisbar planos superiores. Olores que permiten definir el valor de la riqueza de la vida. Paladares que acceden a saborear la oferta de los manjares naturales. Toques que permiten al ser humano sensibilizarse y disfrutar con la hermandad vegetal de la Naturaleza.

Ángel Sanz Goena